Negocios
Por Agencias
Publicado el lunes, 3 de julio del 2017 a las 18:02
Estados Unidos.- Oficinas de todo el mundo han adoptado una tecnología capaz de determinar qué trabajadores están sentados en su escritorio, cuáles no y durante cuánto tiempo.
Esta nueva tendencia permite al departamento de Recursos Humanos tener estadísticas detalladas de horas de entrada y salida, tiempos muertos, salidas a fumar y demás hábitos de sus trabajadores.
Los sensores los ubican debajo del escritorio o en las luces sobre las cabezas de los trabajadores para detectar así los movimientos. Cuestan 100 dólares cada unidad más una tarifa de 36 dólares anuales para la plataforma por empleado y son dispositivos legales, pues se pueden instalar en cualquier parte de la oficina excepto en los baños.
Y aunque es legal, con algunas protestas de los trabajadores se han logrado retirar algunos, como en 2016 que el diario británico Daily Telegraph instaló estos sensores en sus oficinas y tuvo que retirarlos inmediatamente tras las protestas de sus empleados.
Javier Ruiz Diaz, director de políticas en el Open Rights Group, una organización digital de derechos civiles, comentaba que “tienes derecho a la privacidad, y no deberías cederlo tampoco en el trabajo”.
Otras empresas optan por medir el rendimiento de sus empleados con dispositivos corporales gratuitos como pulseras de medición física, o midiendo los datos de los smartphones de empresa. De esta forma pueden llegar a saber qué aplicaciones están abiertas durante qué momento y en qué lugar se encuentran.
Algunas de las empresas que han instalado esto hablan también de buscar optimizar costes de oficina y de energía. Si disponen de una fuerza laboral grande y distribuida en varios edificios y oficinas, pueden ubicar rápidamente cómo reducir el coste. Pueden utilizarse para automatizar elementos como el aire acondicionado, la calefacción o la iluminación según el número de personas presentes.
¿Puede este tipo de elementos cambiar la forma en que los empleados trabajan? Paul Bernal, de la Universidad de East Anglia así opinaba en declaraciones a New Scientist. “Puede ser espeluznante y molestar a algunos, lo cuál puede llegar a ser contraproducente si afecta a su comportamiento”.
Otros expertos aseguran que los empleados pueden empezar a intentar engañar al sistema. Los sensores no son infalibles y gracias a la prueba y error, pueden encontrar formas de indicar su presencia delante del escritorio. En este caso, se iniciará un proceso de gato y el ratón en donde todos pierden.
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