Negocios
Por Edith Mendoza
Publicado el martes, 15 de agosto del 2017 a las 09:04
Saltillo, Coahuila.- Cuando tuvo que dejar su trabajo para cuidar a su hijo, a quien habían diagnosticado con cáncer, Claudia nunca se imaginó que realmente estaba entrando en un camino que, aunque muy espinoso, la llevaría por la senda del emprendedurismo, la cual le depararía una “dulce sorpresa”.
Esos fueron, sin duda, años que pasaron lentamente para Claudia Gallegos, quien hoy es propietaria de tres sucursales de Dulce Sorpresa, tienda de regalos y variedades dedicada a facilitar la entrega de un detalle a los seres queridos.
Antes, Claudia se dedicaba a los bienes raíces, colaborando para una constructora, pero siempre le llamaron la atención las manualidades. Con horarios muy definidos, le quedaba poco tiempo para dedicarlo a otras actividades.
Así, se las arreglaba para atender a su familia, su esposo y tres hijos, hasta que un suceso le hizo dar un giro inesperado. Su hijo fue diagnosticado con cáncer y decidió dejar su empleo para atenderlo al cien por ciento. Afortunadamente su esposo siempre fue su respaldo.
“Ahora está completamente sano, pero eso fue un detonante para tomar decisiones que nos cambiaron la vida. Te das cuenta de que Dios pone las cosas por una razón importante… en ese momento vivimos las plagas de todo tipo, pasamos tiempos muy difíciles”, recuerda.
Desde cero
Siguiendo los tratamientos al pie de la letra y con muchas oraciones, su hijo mejoró y Claudia empezó a recobrar la necesidad de sentirse productiva profesionalmente y, al mismo tiempo, apoyar económicamente a la familia.
De esta manera, empezó apoyando a uno de sus hermanos que contaba con un local en una plaza comercial. Los ratos de menor afluencia de clientes contemplaba el local de enfrente que hacía rato se había quedado solo e imaginaba todos los proyectos que podría echar a andar en él… Ya estaba ahí.
No tenía dinero para invertir, pero sí muchas ideas. Fue a preguntar por la renta, pero el monto era mucho mayor incluso al que su marido percibía de sueldo por mes. Una de sus parientes acababa de ser jubilada y había recibido un pago. Aunque con temor, finalmente se armó de valor y fue a visitarla para negociar con ella un préstamo.
“Pasaba por su casa a cada rato y me regresaba, hasta que un día di reversa y llegué; le pedí que fuera mi hada madrina, le expliqué lo que quería hacer pero que no tenía ni un centavo. Le dije cuánto necesitaba y era una cantidad mínima, no sé cómo Dios me hizo rendir eso. Apenas completaba los dos meses de depósito y me quedaba poquito para surtir mercancía”, recuerda.
Su hada madrina ya le había dicho que sí. Ya no había vuelta atrás. Esto fue en un noviembre, lo que le dio la oportunidad de arrancar en diciembre, una temporada ideal.
“Con mucho trabajo, con mucho esfuerzo, con mucha creatividad, dando el mejor servicio… yo siempre le digo a mis hijos que hay que atender a los clientes mejor que si fuera la familia. No pido tanto que tengan experiencia, sino cuidar el ambiente que vivimos en la tienda… es lo que hace prosperar a un negocio”, apunta Claudia.
Expansión
Son ya cinco años en que Dulce Sorpresa ha ido creciendo, “lo más difícil ha sido aprender a ser bien administrada con los recursos, la búsqueda de buenos proveedores y sobre todo tratar de mantener al personal lo más contento posible para que sea redituable”.
Hoy en día cuenta con tres sucursales en plazas comerciales con el respaldo de sus colaboradores, incluidos algunos estudiantes de medio tiempo, pero principalmente de sus familiares, como sus hijos y sobrinos.
Las ventas de este giro de negocios son estacionales. Las temporadas de celebraciones como febrero (Día del Amor), mayo (Día de las Madres), junio y julio (graduaciones) o los festejos de fin de año representan un repunte considerable en la actividad, aunque también hay cumpleaños y otros motivos para celebrar y, claro, regalar.
Para mantener el ritmo de las operaciones, Claudia destaca una clave que aplica a diario: ofrecer originalidad, precios accesibles y mucho amor en cada uno de los detalles que ofrece.
“Los hacemos pensando en que nos los van a regalar a nosotros, se siente muy padre ver que la gente se va contenta con lo que se lleva, y ver que el cliente regresa es una satisfacción muy grande”, finaliza.
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