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Por Rosalío González
Publicado el domingo, 29 de octubre del 2017 a las 09:00
Saltillo, Coah.- Con el tiempo sólo quedan las cosas y lo que se hizo con ellas. Los lugares que a veces cambian de tamaño y color, pero que continúan recordando la mezcla de los ecos añejos y las voces frescas.
Un edifico no es entrañable por sus tabiques rectos ni el encerado del piso, lo es por las emociones que detonaron entre sus muros y el movimiento arrítmico en sus pasillos.
El Ateneo Fuente es un gigante que se construye día con día con generaciones de mujeres y hombres que transitan por la mejor etapa de sus vidas, jóvenes que se descubren así mismos con rostros experimentando emociones nuevas.
Una institución es el resultado que entrega y lo que se recuerda de ella: un beso en los jardines, el baile en las terrazas, un libro en la escalera, la música desde la butaca, un amigo y un mural, la victoria en la cancha, la Historia y las Matemáticas.
Y el tiempo que engrandece las cosas buenas, termina convirtiendo en leyenda lo que no se puede empequeñecer de ninguna manera: la casa de ilustres, aparador de creativos, las estatuas y sus hombres forjados con fuerza, los nombres indispensables, don nazario y venustiano, viesca, De la Fuente y don Armando.
Felicidades al Ateneo.
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