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Arnulfo González: historia de una muerte anunciada

Por Paúl Garza

Publicado el lunes, 30 de octubre del 2017 a las 10:03


El trágico episodio dio la vuelta al mundo en un corrido...

Allende, Coah.- La sofocante tarde canicular del 30 de julio de 1925 ameritaba una bebida refrescante como ya era costumbre en las tardes de la nevería de Pedro Salazar, ubicada por la entonces calle Real ahora la Juárez esquina con Espiridión Peña.

Un carismático Arnulfo González Muñoz, de 22 años, era uno de los concurrentes de ese lugar, hijo de una familia dedicada al comercio de la panadería y lechería, y hermano de Eliseo, el alcalde de Allende, pero a la vez se daba tiempo como chofer de transporte de pasajeros a Piedras Negras y a Nueva Rosita.

Ese aciago día, después de una cena en su casa, se dirigió a la nevería en donde solía verse con su novia Rosario Arellano, de quien se ignora si ella se encontraba en el interior del establecimiento cuando sobrevino el desgraciado episodio.

El hecho sangriento trascendió más allá de las fronteras gracias a la narración fiel plasmada en un corrido por el compositor Narciso Zapata, oriundo de Allende, cuya letra pretendieron luego plagiar algunos vivales del medio musical.

El acoso del teniente de los Rurales, Braulio García Uribe a Rosario Arellano, era sabido por Arnulfo González, quien al topárselo en la nevería alrededor de las 8 de la noche, lo miró fijamente, actitud que molestó al soldado quien le espetó con un “qué me ves”, ipso facto Arnulfo le respondió con un “nada, la vista es muy natural”. Palabras más, palabras menos.

Acostumbrado a mandar y ser obedecido, además de tener fama de arrogante y prepotente con los habitantes, el teniente se violentó por esa insolencia y sacó su pistola de cargo una Colt .45 para golpear en la cara de Arnulfo con la cacha del arma, tirándolo al suelo.

Al sentirse humillado frente a sus amigos que se mantuvieron temerosos y callados, Arnulfo se levantó y le gritó al teniente que no se fuera, porque le faltaba su contestación por tal afrenta, al tiempo de sacar una pistola calibre .32 que disparó varias veces en el pecho del militar.

El teniente se derrumbó por el impacto de las balas, sin embargo, con el arma aún en la mano éste apretó el gatillo en cuatro ocasiones e hirió hasta su muerte al joven Arnulfo, quien así pagó con su vida la defensa de su honor y su valentía para ponerle un alto a ese barbaján autoritario.

De este sonado y famoso acontecimiento que convirtió en leyenda a Arnulfo González, compartió datos el historiador de corazón y profesor jubilado Federico Ramos Olvera, quien abrió plática con la siguiente expresión:

“A Arnulfo González no se le ha dado el lugar que merece. Nada más por un corrido, Allende apareció en el mapa nacional y mundial gracias al compositor Narciso Zapata”.

Arnulfo dejó un gran ejemplo de valores y principios al no permitir los abusos a los derechos humanos a su gente por los rudos posrevolucionarios ex Dorados de Villa que arribaron a Allende para establecer su cuartel militar.

Su muerte a manos del prepotente y déspota villista conmocionó a toda la comunidad, pues era muy apreciado por amigos y conocidos, irradiaba simpatía con todas las personas, era servicial y trabajador.

El pueblo entero le lloró y se compadeció por su irreparable pérdida que después de despedirlo a su última morada, en un mañana triste del 31 de julio, su nombre y apellido aún perdura como un ejemplar hombre de casta valiente que no se acobardó por el desplante temerario de un abusivo y rústico mandamás de los Rurales.

Hasta la fecha el corrido de Arnulfo González ha sido interpretado en inglés como en otros idiomas de países europeos, de tal manera que para los extranjeros el municipio de Allende, lo refieren como la “Tierra de Arnulfo González”.

Al hacer un recorrido por el lugar donde ocurrió la muerte de Arnulfo, la otrora nevería fue ubicada por la calle Juárez, en donde está el edificio Bancomer y la Logia Masónica, pero, desafortunadamente, no existe ningún testimonio de lo sucedido.

“Debería de existir ahí una placa en honor de Arnulfo González, sobre todo para conocimiento de las nuevas generaciones, de la gente que nos visita y pregunta por estos hechos, para situarlo históricamente, porque hay quienes dicen que fue en Allende, Nuevo León y es una vil mentira”.

La vivienda de la familia de Arnulfo, a la cual nunca regresó ese fatídico día cuando se dirigió a buscar a su amada Rosario, fue localizada por la calle Espiridión Peña.

Actualmente ruinosa por el desgaste propio del tiempo, con algunas reparaciones en su techo y algo enjarrada en sus paredes, pero son pocos quienes saben de la existencia de esta morada.

Igualmente, para el profesor Federico Ramos, esta casa merecería también la colocación de una placa que la señale como un punto histórico del personaje en cuestión y sea conservada para su posteridad, puesto que gracias a él, Allende le dio la vuelta al mundo.

Y precisamente ante esta situación, además de la tumba donde yacen sus restos, está deteriorada, la losa agrietada, descolorida y abandonada, propone la creación de un Comité Pro Arnulfo González para construirle un sepulcro a la altura de un hombre de carácter que privilegió el honor y el valor a costa de su propia vida.

Otra de las propuestas es que la agrupación de taxistas lleve su nombre, porque es considerado el primer prestador de este servicio que a bordo de su vehículo Fortinga, el primer transporte motorizado en Allende, realizaba viajes a Allende y a Nueva Rosita.

Vaya ni siquiera una calle lleva su nombre, solamente se erigió un modesto obelisco en terrenos de la entrada del cementerio San Juan de Mata, en reconocimiento al autor del corrido, don Narciso Zapata y en honor de Arnulfo González.

Amante de los sucesos históricos de Allende y la región, el profesor Federico Ramos hizo la observación de que estamos a siete años de que se cumpla el centenario de la muerte de Arnulfo González, por lo que es justo y merecido el tributo a su memoria por el hecho mismo que trascendió a la ciudad de Allende.

“El pueblo lo reconoce, pero hay que testimoniarlo de manera oficial porque es parte de la historia y la cultura de Allende, y que sea compartida con las futuras generaciones, aunque en algunos libros escritos por Canuto Muñoz Mares, Raúl González y Alvaro Canales, hacen mención de lo sucedido”, relató finalmente el profesor Lico Ramos Olvera.

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