Espectáculos
Por @Frank Estrada
Publicado el lunes, 21 de diciembre del 2009 a las 16:00
Saltillo, Coah.- Se le acredita a Budah la siguiente frase: “hay tres cosas que no se pueden esconder: el sol, la luna y la verdad”. Nuestro satélite, además, es el símbolo de locura, del ensueño, y por medio de sus fases es también signo de los lados oscuros que cohabitan una entidad.
Verdad, ensueño, locura, lado oscuro. Todos estos son elementos de la revista “Luna Zeta”, una de las más longevas en el panorama de la edición independiente en México, con sede en Oaxaca. Sus editor, Abraham Nahón, junto a los colaboradores Alfonso Gazga y Judith Romero, presentaron en el Centro Cultural Ágoras este esfuerzo que ya cumple 11 años.
Impulso crítico El segundo eje tiene que ver con Oaxaca, el lugar donde se elabora la revista, en dos sentidos: primero, la necesidad de centrarse en asuntos particulares de su localidad y el de destacar entre sus colaboradores a escritores locales. Segundo: dada la riqueza de propuestas en la plástica oaxaqueña, la revista se impuso como necesidad primordial dedicar gran parte de su espacio a lo visual.
Mientras que Nahón eligió un formato de charla para su presentación, Gazga realizó una reflexión respecto al deliberado carácter “provincial” —no “provinciano”, categoría que por su carácter rencoroso y pedestre, defenestraba Ezra Pound en sus ensayos— de “Luna Zeta”.
Alfonso Gazga comentó que ha sido preocupación de “Luna Zeta” el desmarcarse del perfil que las revistas de la capital del país han fijado; asimismo, afirmó que el ocuparse de esas señas particulares ha distinguido a “Luna Zeta”. Gazga terminó su ponencia con una cita de Kavafis, ilustrativa de su punto: “Los bárbaros eran nuestra última esperanza”.
Los comentarios preliminares estuvieron a cargo de la artista saltillense Alina Poulain, quien celebró el esfuerzo que implica la independencia y aseguró que “‘Luna Zeta’ invita a pensar”.
Durante su presentación, Nahón enfatizó que “Luna Zeta” se distingue del resto de las revistas gracias a dos ejes rectores: el primero, la vocación crítica de la línea editorial, que exige a colaboradores el ocuparse de temas sociales, políticos e invita al abordaje crítico del arte y la literatura.
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