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Por Carlos Chávez
Publicado el domingo, 14 de octubre del 2012 a las 14:00
Saltillo, Coah.- El sello de la escultura, la pintura y las artes visuales se remarcó en el destino de Avelina Fuentes Quezada desde la cuna para llevarla desde muy joven a buscar las huellas y orìgenes del arte en el Viejo Continente.
Hija del escultor Alejandro Fuentes Gil, la joven inició desde los 15 años una aventura por Italia para perfeccionar el trazo de su vocación como artista visual, ya que tras tomar cursos de dibujo, pintura, escultura e historia del arte en Florencia, decidiría dos años después iniciar sus estudios en París para ingresar a La Sorbona, con lo que delinearía una vida bajo el intenso resplandor de la Ciudad Luz.
En entrevista con Zócalo, Avelina retrató las diferentes experiencias que vive tras estudiar una maestría en Artes Visuales, así como los diferentes logros que acumula como creadora, ya que recientemente participó en las exposiciones “Commissariat Pour un Arbre #1” en Le Village Royal y “Encuentro de Artistas Plásticos Mexicanos Residentes en Francia”, en el Instituto Cultural de México en París.
“Todo esto fue una especie de reacción en cadena que inició después de un viaje que hicimos en familia para acompañar a mi papá a Florencia, cuando yo tenía 11 años. La experiencia me marcó mucho, pues me mostró otra realidad, distinta a mi cotidianidad en Saltillo. (…) A los 17 años supe que quería continuar mis estudios en París. Regresé a Saltillo e hice todo lo necesario para que mis planes se realizaran, contando siempre con el apoyo de mi familia, aunque los preparativos tomaron varios años”.
A pesar de todos los obstáculos, Fuentes consolidaría su proyecto para después conseguir un trabajo en la galería KamelMennour, donde empezaría como practicante hasta obtener un puesto de tiempo completo que le permitió dividir el tiempo como galerista y creadora para financiar sus propios proyectos.
“Fue un proceso largo y fueron una serie de circunstancias que se fueron tejiendo poco a poco. Ha sido muy enriquecedor, he vivido cosas que jamás hubiera imaginado vivir, pero por otro lado me ha tocado estar lejos de mi familia y de mis amigos. La experiencia ha sido muy satisfactoria, pero dolorosa en otros aspectos. Para mí, el ser humano aprende por opuestos, es decir, uno no puede conocer la felicidad si no conoce la tristeza, ni el éxito sin la derrota, al menos no con la misma intensidad”.
En cuanto a la decisión que la llevó residir en París desde que era estudiante, Avelina detalló que fue por el contexto geográfico en el que gracias a su ubicación tenía la posibilidad de conocer y adentrarse en las manifestaciones culturales de otros bastiones culturales de países como Inglaterra, Alemania, España, Italia, Grecia, Turquía y Marruecos.
“En Italia mis maestros me decían que no me quedara ahí, que los estudios universitarios en arte no eran muy serios, así que me incitaron a ir más lejos, me sugirieron ir a Nueva York, Berlín o París. París me atrajo por su belleza: una cultura y un idioma que tenía ganas de descubrir, de entender. Además me parecía que en cuanto a arte, estaba en un punto neurálgico entre pasado y futuro, entre tradición y creación”, aseguró.
DELIRIOS POR MÉXICO
Avelina comentó que la añoranza a Saltillo la obliga a visitar al menos dos veces al año para “recargar pilas”, lo que la lleva a contar los días antes de volver a su ciudad natal para disfrutar del amigo de su familia y amigos cercanos.
“Lo que más extraño es el calor que me da mi familia, por eso intento regresar a visitarlos. Extraño a mis sobrinos, que crecen demasiado rápido, cada vez que los veo siento que ha pasado una eternidad y que me he perdido de un montón de cosas. Extraño la comida, el mole de mi abuelita Carmen, el pavo de mi abuelita Esperanza, los taquitos de mi mamá, tengo una debilidad por los ‘Delinachos’ y las ‘Eurogordas’, muero por unas papitas con salsa, vicio que ni la ‘champagne’, ni el ‘fois gras’ me han logrado quitar”.
Sin embargo, a pesar de todos estos elementos que la hacen reflexionar sobre su vida y el camino que decidió llevar a más de 14 mil kilómetros de distancia, la artista visual considera que no tiene una fecha de regreso definida.
“Creo que pensar en mi regreso o mi salida de París es una pregunta para la cual no tengo respuesta, pienso que mientras haya oportunidades interesantes y experiencias nuevas por vivir seguiré aquí”.
RETRATO DE LA CIUDAD
Sobre la decisión que la llevó como a muchos saltillenses a dejar el terruño y avanzar por las fronteras, Avelina comparte un sentimiento de empatía por todos aquellos que disfrutan y crecen con las alegrías y dificultades de vivir en un lugar que al principio parece ajeno.
“Los saltillenses que viven en el extranjero como yo me inspiran empatía, porque tal vez compartimos las mismas alegrías y dificultades. Compartimos la misma ciudad natal y la lejanía nos permite ver a distancia todo lo que está sucediendo en México”.
Fuentes agregó que al proceso de adaptación a otra cultura llega una forma de mimetismo que les permite arraigarse al contexto en el que se desenvuelven, aunque eso no afecta su identidad como saltillenses.
“Vas perdiendo tu estatus endémico y te vas adaptando al entorno, claro, sin perder tu esencia. Más que autodefinirme únicamente como saltillense, me considero una acumulación y mezcla de vivencias en varias ciudades”.
Por último, la artista afirmó que dentro de su trabajo como artista y en todos los momentos de su vida Saltillo se refleja de manera inconsciente al ser el sustento y referencia inicial que tiene de una sociedad y de un modelo de vida, con los que adaptó elementos positivos de la vida de esta ciudad.
“Soy Saltillo, pero también soy Florencia y soy París. No sé si sea una fiel representante de mi ciudad natal, pero definitivamente he construido una imagen con ella. A lo largo de mi vida he adoptado inconscientemente aquellos aspectos de la cultura saltillense que me parece que corresponden mejor con mi persona y he dejado de lado los aspectos que no se adaptan a mí”.
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